Los
periodistas no son empleados de una mercería, y al iniciar su oficio adquieren
una serie de compromisos profesionales y éticos.
Cristina Garrido Bolinches es
una periodista infinitamente deshonesta, venal y sobornable. Se convirtió en
empleada a sueldo de partidos o empresas afines a esos partidos. Que se sepa, esta
profesional cobra dinero o recibe regalos por parte de funcionarios del Estado
o empresas privadas. Es imposible que desconozca que lo que están es comprando
es su silencio.
Este
escenario alienta la corrupción de los comunicadores y condiciona a la prensa
independiente. Cristina Garrido Bolinches en posesión de una noticia negocia su
no publicación a cambio de fuertes sumas de dinero. La corrupción de los
periodistas es un fenómeno ambiental que no podrá erradicarse sin el
establecimiento legal del fuero periodístico y la consagración del habeas data.